miércoles, 15 de septiembre de 2010

Como hemos cambiado...

Es curioso, pero empiezo a escribir en este blog escuchando la canción De niña a mujer de Julio Iglesias... al mismo tiempo he estado ojeando algunos blogs de amigos y me han transportado a mi infancia y niñez... y me han pasado por la mente cientos de momentos...

Uno de los más entrañables para mí, es cuando, los domingos (el único día de la semana que mi hermana y yo podíamos pasar como todas las familias de nuestros amigos), cenábamos en casa todos juntos. En casa, la mesa siempre ha sido muy importante. Podría decir que nos han educado en torno a la mesa. Hemos sabido apreciar lo importante que es cada detalle. Desde los cubiertos, pasando por la cristalería y finalizando en recoger todos la mesa.

El gusto y la apreciación por la comida "en lata" me viene, estoy segura, de aquellos domingos maravillosos, en que la mesa estaba repleta de mejillones, navajas, berberechos, espárrgos, melva o ventresca, caracoles de mar, perdiz en escabeche... TODO ello de unas exquisitas latas que mi padre había ido seleccionando.

Esa era nuestra cena de los domingos. Aún hoy, lo recuerdo cada día en la tienda. Cuando vienen los clientes y preguntan por un producto u otro... y me transporta a aquellos años en los que para nosotros cenar en familia era algo  realmente especial, porque era el único día.
Y me doy cuenta de que realmente, no hemos cambiado tanto... El tiempo pasará pero el gusto por lo exquisito me ha acompañado desde entonces.
Y gracias a la educación en la mesa y la gastronomía, que mis padres siempre me han inculcado, hoy L'Exquisit es una realidad. Y todo, se lo debo a las cenas de los domingos...

Esther